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7. Disonancia y utopía en
la obra de Iris M. Zavala. 
ģEl centro está en todas partesī, cuchichean los animales de Zaratustra
La disonancia es el signo de todo lo moderno, dice Adorno en su Teoría
estética (1970), obra póstuma e incompleta, publicada un año
después de su muerte. Y el legado de esta obra, auténtico calvario
del espíritu, al que dedicó cuarenta años de reflexión,
es de una fecundidad (y dificultad) tan extraordinaria, que siempre produce temor
y respeto su empleo como clave de interpretación. ¿Por qué?
Porque una obra artística nunca es una tranquila morada, sino que integra
en su seno un juego de fuerzas inmanente, que se interrelacionan con las antítesis
históricas y sociales del mundo en el que tales obras se producen. El riesgo
de equivocarse puede proceder de confundir el fenómeno estético de
la pluralidad y la ambivalencia , con un totum revolutum espureo.
La Teoría citada de Adorno es su postrera propuesta filosófica,
ya que considera que la filosofía tradicional se ha agotado por su _____
( ģinsolenciaī, ģorgulloī) de racionalidad. El arte hoy tiene necesidad de la
reflexión estética para desplegar su contenido, con lo cual parece
estar dando la razón a la afirmación profética de Hegel de que
«el arte ha muerto» para dar paso a la filosofía, pero sólo
en parte. Y no sólo se separaría de Hegel, sino también de las
estéticas de Kant y Shopenhauer, que desconocían o menospreciaban la
obra de arte y la situaban por debajo de la teoría. En la actualidad, para
llegar a ser «absolutamente moderno» (Baudelaire), en la obra de arte
y en la reflexión estética por ella generada la disonancia ha de brillar
y sonar en su interior.
Así acontece en la obra de Iris M. Zavala, de la que propongo, a continuación,
una primera interpretación tentativa desde la categoría adorniana de
disonancia. Mi intención, que he intentado llevar a término a lo largo
de este escrito FILOSOFÍA versus LITERATURA, ha sido utilizar categorías
filosóficas para aplicarla a los textos literarios.
¿Qué significa la categoría estética de disonancia?
Una pluralidad de acepciones, a menudo aporéticas, en otros casos complementarias.
En primer lugar, puede sugerir la categoría de lo nuevo, que es un
buen concepto para significar el arte y la creación modernas, novedad impuesta
por la cosa misma, que exige una ruptura violenta con la tradición. Pero el
gravísimo peligro, del que avisa Adorno, es el de fetichizar dicha categoría
de lo nuevo, que llevaría a los despropósitos del puro experimentalismo,
del cambio por el cambio. Así la obra de arte puede degenerar en pura mercancía.
Adorno, sin embargo, pide al arte autonomía, es decir, ser inmune a las leyes
del mercado. Pero la otra cara del arte es que es un fait social y en él
aparecen los antagonismos de la realidad y los procesos de producción de la
sociedad. Esta forma de exposición es un ejemplo de la implacable "lógica
paratácticaī de Adorno, en la que cada elemento que constituye la obra de
arte, es analizado en liza con su contrario, en una concepción caleidoscópica
y contradictoria de la realidad.
Se ha de tener en cuenta que Adorno, judío alemán, reflexiona después
de Auschwitz. Recordemos la conocida sentencia: īDespués de Auschwitz no es
posible la poesíaī. Extrapolándola a la obra de arte en general, el
arte hoy, si aún pretende su vigencia, ha de hablar el lenguaje del sufrimiento.
Y ser autoconsciente y reflexivo, en la medida en que muestra las huellas de la barbarie
de su tiempo.
Esta es otra de las características con las que trata de pensar la categoría
de disonancia. La obra de arte, cuando es tal, ha de reflejar las catástrofes
del mundo, lo negro, lo feo, los detritus de la tradición (las Tesis de
filosofía de la historia de Walter Benjamin resuenan en esta reflexión),
por ello ha de utilizar el lenguaje de la aflicción, y otras veces el de la
plenitud del instante (el ______ griego, 'momento oportuno') y desprenderse
de la ilusión de duración. También ha de mostrar cicatrices,
que son los lugares donde fracasaron obras anteriores, y expresarse a través
de lo fragmentario, lo quebradizo. La ironía, la falta de sentido,
el absurdo (presentes en la obra de Becket, al que toma como paradigma del arte nuevo)
o el sentimiento negativo de la realidad (Kafka) o el satanismo de Baudelaire son
formas en las que la disonancia aparece en la obra de arte.
7.1 Modernidad y burundanga
Iris M. Zavala, nacida en Puerto Rico (1.936) y actualmente residente en Barcelona,
desde hace una década, es una autora plural, moderna y comprometida con la
tarea de civilizar y restaurar la dimensión ética y estética
en el mundo. Esta empresa descomunal, casi podríamos decir titánica
en su formulación, la está llevando a cabo con la publicación
de más de cincuenta libros, amén de artículos y conferencias
incontables. Los territorios de los que se ha ocupado son la crítica literaria,
histórica y social; la semiótica, la teoría feminista, la filosofía,
la poética. Y no se si me olvido de algún aspecto, porque su espectro
es amplísimo. ¿Qué géneros, o mejor modus operandi
cultiva en sus escritos? También plurales, como investigación,
novela, poesía y ensayo, practicando la hibridación e interfecundación
de todos ellos.
El cañamazo entretejido de los textos tiene como referente último la
ģimaginación creadoraī pero no inconsciente, tal como fuese pensada por Kant
en la Crítica del juicio, inicio de la estética romántica.
En los escritos que conozco de la autora hay voluntad de autoesclarecimiento en su
forma de proceder con la escritura, de introspección. Pero también
hay en ella voluntad de utopía; utopía de libertad, de ensoñamiento
y amor para dar paso a la presencia del otro, silenciado, denegado o expulsado
del orden social. Prefiere ser una outsider y prestar su voz, sus múltiples
voces, a los que llama sus amigos: ģcarbonarios, los primeros, socialistas, los anarquistas,
los marxistas, los bohemios, los libertinos, los heterodoxos, los heréticos,
los contrabandistas del lenguaje, los filibusteros de las ideas, los fugitivos que
huyen siempre hacia la libertadī (Zavala, "Fragmentos autobiográficosī,
1993:19]. Su compromiso ético lo establece con los que tienen voz, pero carecen
de espacio público para hacerse oír. Sus relaciones dialógicas
(Bajtin) no se producen sólo con los discursos dominantes, con la intención
de denuncia y desenmascaramiento, sino también y principalmente con los débiles.
Decíamos que uno de los significados de la categoría de disonancia
adorniana era la novedad. Comencemos por este aspecto de
la obra de nuestra autora.
La obra de Zavala es intencionadamente moderna, atendiendo al dictum de Baudelaire:
ģ¡Hay que ser absolutamente moderno!ī ¿Por qué? Intentaré
dar algunos argumentos que justifiquen esta afirmación. El primero es la autorreflexión
acerca de las estrategias estéticas (narrativas, estructurales, teóricas)
en torno a la elaboración del propio texto, y el segundo la explicitación
continua o puesta al desnudo de dichas artes para conducir a buen puerto
el objetivo deseado. Y ambas las pone de manifiesto en todos sus libros.
Voy a usar el ejemplo de la pintura, para pasar después al terreno literario.
Cuando el arte era considerado como mímesis (Aristóteles), pura
copia de la realidad, los artistas se esforzaban por ocultar las estrategias para
lograrla, así la pincelada no se notaba, se usaban veladuras (por ejemplo,
para conseguir objetos en tres dimensiones, el pintor, con un fino pincel, trazaba
líneas imperceptibles en sentido horizontal, luego vertical, hasta que el
objeto representado cobraba la apariencia del volumen deseado). Sin embargo, a partir
de las vanguardias de principios del siglo XX, el artista deja al descubierto y muestra
la pincelada, o la rascadura sobre el lienzo, o la mancha de la que va emergiendo
la figura. Esta puesta al desnudo del proceso de creación es una de las señales
de su modernidad.
El ejemplo que tomaré de la literatura es el de Cervantes, que fue estudiado
en capítulos anteriores y del que dimos cuenta de su modernidad, ya que ponía
al descubierto las estrategias estéticas que usaba. Por ejemplo, en lo relativo
a la trama, de la que dice, como recordaremos, que ha de ser como hilo
de lino.
Con este digno antecedente, nos ocuparemos ya de I. Zavala (no en vano ella se proclama
cervantina y ha escrito excelentes textos sobre su obra). También ella va
dando pistas del modus operandi en sus textos; aunque las pistas, en
ocasiones, se convierten en claras indicaciones, expuestas de manera reiterada. Pero
con frecuencia, también se divierte despistando aparentemente al lector, jugando
a velar y desvelar; lo cual, según Heidegger, era la pasión
fundamental de los griegos. Viene al caso el ejemplo de Edipo rey y sus peripecias
en la desesperada búsqueda de su destino y su identidad, que va encontrando
indicios y negándolos; pero que al final, cuando cae el velo y descubre la
verdad, no puede soportarla y se arranca los ojos. El juego de Iris Zavala de velar
y desvelar no es trágico, como para los griegos, sino irónico y
ģabsolutamente modernoī . Oigamos las palabras de la protagonista de su libro El
sueño del amor, que será objeto de este estudio:
ģNo me pidas, Amparo, que aclare la trama, porque el tiempo de la revelación
ya pasó. No se como crees en urdir historias, si las quieres lineales,
claras, transparentes: yo, en cambio, siento placer en eludir, en oscurecer, cambiar
las reglas del juego, intervenir sólo para dar pistas y borrarlasī.
(1998:57)
Las consecuencias que extraeremos de este breve texto son varias y he resaltado en
cursivas las que he creído de interés (a sabiendas de que toda interpretación
es parcial e interesada). Trama está usado aquí como argumento
y el término revelación, cuyo significado etimológico
es ģquitar el veloī, puede tener una acepción religiosa, en el sentido de
que Dios comunica a los humanos cosas que no podrían conocer sin su intervención.
Pero si el tiempo de la revelación es cosa del pasado, (como continúa
el texto) ¿por qué en seguida le dice a su interlocutora Amparo que
cuando interviene -revela- lo hace para dar pistas y borrarlas? Por
puro juego, por cambiar las reglas del juego de la revelación, ahora tomada
en un sentido desacralizado, moderno.
¡Qué diferentes eran las revelaciones del pasado! La de Tiresias a Edipo,
por ejemplo. El adivino ciego, en uso de los poderes que le habían otorgado
los dioses, va dando pistas verídicas al desdichado y malquisto del Hado,
que es además ignorante de su doble crimen de parricida e incestuoso. No le
da pistas, para luego borrarlas, por puro juego; eso sería impiedad para con
los dioses, hacer mal uso de los poderes de lo alto. Es el propio Edipo el que borra
las pistas que le van dando, porque no quiere reconocer su horrible destino.
En el libro El sueño del amor de Zavala hay un continuo aparecer y
desaparecer de personajes mitológicos (Eurídice, el citado Edipo, Orfeo),
pero las múltiples voces narrativas que intervienen (casi en exclusiva voces
femeninas: IIeana, Julieta, Amparo, la propia autora Iris) tienen un trato irreverente
con la revelación y con los mitos. Aquí tenemos, creo, otra muestra
de su modernidad.
La segunda consecuencia que deduzco del texto citado, y que añadiría
una nueva nota de novedad (disonancia) a sus escritos, es la no
linealidad, es decir, la ruptura con la trama de la preceptiva tradicional:
planteamiento-nudo-desenlace, expuesta por Aristóteles en su Poética.
En las novelas que conozco de la autora, efectivamente se rompe con este canon.
Por ejemplo, en Nocturna, mas no funesta, la protagonista, Ana de Lansós
(trasunto novelado de la extraordinaria poeta Sor Juana Inés de la Cruz, monja
mexicana del siglo XVII) va escribiendo cartas a una serie de personajes, algunos
ficticios y otros reales, algunos de ellos de épocas diferentes a las de la
monja, como Roland Barthes, Simone de Beauvoir, Rubén Darío, etc. La
trama de la novela está estructurada a través del cruce de cartas de
las distintas voces narrativas y los saltos diacrónicos que implican. ¿Es
gratuita esta compleja estructura no lineal, sino poliédrica y alterada en
el tiempo? Pienso que no. Las plurales voces narrativas intentan aportar una visión
compleja de la monja encausada, a la vez que intentan reproducir la atmósfera
conspiratoria contra una mujer, cuyo único delito es ser sabia y erigirse
en sujeto del discurso. La visión feminista que aparece, no sólo en
esta novela, sino en todos los escritos de Zavala, consiste en poner de manifiesto
el poder de transgresión que lleva de suyo toda actividad intelectual, y el
coraje añadido que supone el hecho de que quien piensa y transgrede sea una
mujer.
La ruptura de la trama lineal es una conquista del género novela y los ejemplos
que hemos aducido, Cervantes, Faulkner y nuestra autora, Zavala, pertenecen a ese
género. Lo que no es habitual es que esta ruptura del paradigma estético
se aplique también al género ensayo. Esto es lo que ocurre en el ensayo,
de reciente publicación (2.005) La otra mirada del siglo XX. La mujer en
la España contemporánea. Las protagonistas son todas mujeres que
infringen y desobedecen las normas impuestas por la sociedad patriarcal. Ellas hicieron
posible el salto a otra nueva manera de mirar el mundo: Feministas, vanguardistas,
modernistas, republicanas, socialistas, librepensadoras, anarquistas, y también
cupletistas, cantaoras y bailaoras, actrices de cine y de teatro, etc., que cubren
los territorios de la política, el arte y la cultura en general. No hay
linealidad temporal porque no sigue el rigor de la historicidad en su discurso,
sino que vamos encontrando saltos temporales y continuas repeticiones (zigzagueos)
de los mismos acontecimientos, que constituye en sí mismo un cambio en
la manera de mirar y entender la realidad, una realidad discontinua y cambiante,
constituyendo todos juntos una burundanga. Me explico.
La burundanga es un término portorriqueño (de su tierra natal),
que es como una especie de cóctel o mescolanza. En repetidas ocasiones, la
autora da pistas, clarifica-revelando que éste este es su modo de proceder
en este texto; es decir, desvela su estrategia estética teórica, a
la vez que la muestra al ponerla en práctica. Aquí volveríamos
a tener una prueba de lo novedoso de su discurso. Pone al desnudo, de forma absolutamente
moderna en versión caribeña, su forma de construir el escrito (¿o
quizás deconstruirlo?), que decíamos pertenece al género ensayo,
un ensayo singular tipo burundanga. Y la burundanga la constituyen la polifonía
de voces femeninas, discontinuas, zigzagueantes, que aparecen una y otra vez en contextos
históricos diferentes: Primera Guerra Mundial, Guerra Civil española,
reinado de Alfonso XIII, época de la dictadura franquista, República,
el denominado ģAznaratoī, etc.
7.2 Las constelaciones de El sueño del amor
La lectura de este libro sumerge a la lectora o al lector en la perplejidad.
No es un libro fácil, en el sentido de que una primera lectura permita una
comprensión evidente del discurso narrativo. Se necesitan claves de interpretación,
a sabiendas de que dichas claves pueden ser equivocadas, ya que toda interpretación
está indefinidamente aplazada y que nunca se llega a la ģcomprensiónī
definitiva del enigma que todo arte encierra.
Es, pues, un texto misterioso, a ratos novela, otras relato autobiográfico;
además de reflexión sobre el sujeto del discurso, metatexto, prosa
poética, entremezclado con fragmentos de letras de bolero. En ocasiones parece
poseer ritmo y música, lo cual no es de extrañar, ya que ambos constituyen
parte esencial del alma caribe de Zavala.
Llama la atención, simplemente al ojear las páginas del libro, que
hay una serie de licencias de tipografía y de sintaxis, que hacen aparecer
un texto fragmentario, un discurso interrumpido. ¿Recordamos que esta es una
de los significados de la disonancia adorniana? Pues bien, leyendo con atención
el escrito, a sabiendas de que Zavala suele dar indicaciones de su modo de proceder,
encontré en una página una explicitación de tales estrategias
puestas al descubierto (recordemos, también, que esta es uno de los rasgos
de su modernidad). Dice así :
ģ Los fragmentos añadidos implican una dimensión suplementaria
a la de los textos considerados para favorecer el crecimiento de una multiplicidad
contra las atribuciones que reconstituyen un solo campo de realidad, un solo
campo de representación y un solo campo de subjetividad. Las creaciones tipográficas,
de léxico o sintácticas están destinadas contra lo mimético
y a dislocar la unidad.ī
Nos encontramos, pues, ante un texto-bricolage cuya intención es ofrecer
una pluralidad de perspectivas y la huida de un solo discurso, que podría
ser tomado como discurso dominante. La pluralidad de voces narrativas es una constante
en todos los libros de la escritora caribeña.
En unos fragmentos autobiográficos, publicados por la revista Antbropos,
(monográfico sobre su obra, ya citado) expresa su forma de concebir la escritura
a partir de una coreografía de voces: ģyo, Zavala; yo/tú; Zavala/ella;
Zavala/yo; todas; todas interrumpe a todas, etc.ī Estas voces, entrelazadas, constituyen
un dis-curso. Este término significa originariamente la acción
de pasar, de correr de acá par allá, trayectorias, andanzas. Y ésta
es la forma de escritura que adopta nuestra autora; es su clave secreta, que a través
de lo discontinuo y lo fragmentario, mantiene unidos, por la ley de las inversiones
del significante y el significado ģpara ir de los sujetos a los objetos, de la imaginación
al mundo, de lo invisible a lo visible, de lo uno a lo otro, de España a América,
de América a las Españasī .
En el libro que nos ocupa, la polifonía de voces encarna sus deseos y éstos
toman voz, múltiples voces, para entonar sus antiguas y reiteradas obsesiones;
en registro elegíaco, unas veces, otras ditirámbico. Los personajes
deseantes son: Eurídice (o el amor), Orfeo (o el desamor), Fidel (o el viaje
hacia la libertad), el Caribe (o la cámara de ecos), la Mujer (el cuerpo y
el alma de todas las mujeres, cada mujer, Ileana, Amparo, Tatiana, Celia, Milagritos,
que es como la nombraban de pequeña).
Las palabras del texto citado nos han dado dos indicaciones preciosas; una sobre
la intención de lo fragmentario del discurso, otra sobre la multiplicidad
de voces narrativas. Pero al final hace referencia a las creaciones tipográficas
y licencias léxicas y sintácticas, (que ya dije lo mucho que me sorprendieron
cuando abrí el libro) y da dos argumentos; el último es ģdislocar la
unidadī, que apunta a la misma idea de su pelea sin tregua contra el discurso dominante,
y el primero es ir contra lo mimético, es decir, que se niega a mostrar en
sus textos una mera copia de la realidad.
Volvamos ahora a la estética de Adorno para seguir indagando en El sueño
del amor. El pensador alemán decía que la obra de arte hoy necesita
de la clarificación de la filosofía para desplegar su contenido.
Y tengamos en cuenta que en ningún momento habla de llegar a apoderarse del
secreto que toda obra de arte propone. Nos adentraremos, de nuevo, en la categoría
de disonancia, que sugiere reflexiones inagotables, y confío que también
fecundas para nuestros propósitos, sobre la forma de proceder del arte.
La acepción de disonancia que usaremos ahora es la de constelación.
Me permitiré reinterpretar esta idea adorniana para encaminarla a mis intereses
En la obra de arte suelen aparecer una serie de elementos, relacionados entre sí
en forma de 'constelaciones', con un sol central, alrededor del cual pululan
otros elementos, aparentemente de menor importancia. El sol correspondería
a un tema u obsesión fundamental del artista, en torno al cual hace girar
una serie de temas menores, a modo de satélites.
La categoría de disonancia decíamos que resuena en lo fragmentario
del discurso, pero también en la anarquía y promiscuidad de los géneros
que aparecen en este libro. En la síntesis no violenta de lo disperso de su
discurso se conservan, sin embargo, las divergencias y las contradicciones de la
cosa misma: escritura y vida. En este sentido sí podríamos decir que
mimetiza la realidad.
Indaguemos en las constelaciones que aparecen en El sueño del amor.
Creo que podríamos considerar tres grandes constelaciones, cuyos soles respectivos
serían: el Amor, la Libertad y el Mito.
La primera ronda en torno al Amor, y sus satélites son: los amores
difíciles, amores nocturnos, pasiones insomnes en las que el cuerpo y el deseo
son amos. Las páginas que tratan de estos temas tienen el tono de escritos
de 'educación sentimental'. Así dice:
ģy todos fuimos jóvenes e impetuosos con una confianza ciega que con el tiempo
se convirtió e impaciencia trágica lo intolerable hubiera sido convertir
el amor a esa modalidad doméstica que intenta minimizar las penas acomodándose
a ellasī.
El sol del amor que aquí se describe es estrella nocturna que provoca dolor
y no complacencias hogareñas e hipócritas.
También define al Amor como la tercera dimensión de la historia, dándole
una significación transcendente. Oigamos sus palabras:
ģLa historia nos obliga a pensar y que toda historia de amor termina siempre en holocausto"
Por este motivo, al lado de los textos amorosos de 'educación sentimental',
aparecen fragmentos (otros satélites) de 'documentos de barbarie', que son,
por el contrario, aquellos que propugnan el ejercicio del poder. Tomemos como ejemplo
la descripción de la invasión, en 1898, de 18.000 soldados yanquis,
que cayeron como un ciclón sobre su amada isla de su Puerto Rico natal.
Podemos deducir de lo antedicho, que en los tiempos de las sociedades cerradas toda
obra de arte tenía su lugar, su función y su legitimación y
se la bendecía como conjunto armónico. Pensemos, por ejemplo en las
obras de los griegos e incluso en la novela de amor decimonónica. Sin embargo
hoy, en tiempos de sociedades abiertas e interrelacionadas por los medios de comunicación,
la obra de arte se construye sobre el vacío, ya que todo a priori y todo ideal
de armonía es falso, irrelevante. Así pues, en esta primera constelación
sobre el Amor, resuena de fondo, como basso ostinato , la contradicción:
la alegría y el horror de estar vivos, tal como Nietzsche-Dionisos nos alertara.
La segunda constelación que sugeriré procede un deseo llamado
Libertad:
ģno ser igual, no querer ser igual, no haber participado en una misma historia,
no querer participar en un proyecto de historia que no deje la libertad suelta por
el mundo...Comprendí así que era libre, que la decisión me había
hecho libreī
La Libertad a la que aquí se alude es la libertad personal, la de aquella
(¿la propia Zavala?) que no quiere participar en los proyectos de barbarie;
pero también aparece en las páginas del libro en otras muchas acepciones;
por ejemplo, la del texto mismo, sin sistemas de vigilancia; de la que se habló
con anterioridad. Y hay otra libertad, como sueño imposible, que lleva la
marca de la utopía política. Rondan alrededor, en círculos concéntricos,
como satélites, las islas, el Caribe, el mar:
ģla marcha de ese sueño se dibuja sobre el fondo cantante del monumento de
aguas"
También una fecha, 1959
ģen la que echamos la suerte, y la cantidad infinita de azares" :
Un barco, el Granma:
ģuna tierna corteza", de la que se olvida, a menudo que había sido madurado
en la experiencia de generaciones, acrisolado en un molde emocional, expresaba la
confianza radical en el Caribe y así llegó a la fiesta del mundo.ī
Entonces... llegó el Comandante, llegó Fidel
ģFidel había realizado una pasión, que en el presente les causaba un
mortal desespero; algo que se sentía como una ausenciaī
La revolución cubana fue, y sigue siendo una cicatriz, un lugar donde fracasaron
experimentos anteriores. Y si tenemos en cuenta que la idea de ģcicatrizī es otra
manera de definir la disonancia; Adorno, de nuevo, nos es útil para interpretar
a nuestra autora. Pero una buena revolución es aquella cuya consigna es ser
capaz de generar buenos herederos, por amor. Esta esperanza es la que aparece en
el libro que comentamos.
La tercera constelación gira en torno al Mito. Aquí aparecen
fundamentalmente dos nombres mitológicos, Orfeo y Euridice, pero también,
con menor frecuencia Edipo y Narciso, como satélites menores.
En torno al texto (descentrado), en esa constelación, gira el sujeto del discurso.
Un sujeto no indiviso, que no posee una identidad fija, sino una elaboración
o ģconstrucciónī ficticia (E/e) (O/o), basada en las fracturas, discontinuidades
y contradicciones de una vida. La primera Eurídice es la verdadera :
ģera una mujer pequeña y al final de su vida se hacía fotografiar en
su casa en una isla griega, vestida de oriental"
La segunda eurídice es la falsa
ģY está instalada en el Hades"
Parece que eurídice, con minúscula, es el personaje del mito clásico,
pero invertido, porque aquí aparece tomando la iniciativa de quedarse en el
Hades, por la decepción que su amado le ha provocado.
El personaje de orfeo (con minúscula), el héroe del mito, es en este
texto el símbolo del desamor y del despertar del sueño de la posibilidad
de rescatar un amor perdido, por desidia, desinterés o cobardía.
El segundo Orfeo tiene otros nombres:
ģes el hombre, hombre universal, el ser humano, lo humano- aparece siempre como el
relato de una realidadī.
Comprobamos que se da un juego de espejos, que produce la inversión del mito:
que aquí es la falsa eurídice, y el orfeo mítico, ambos escritos
con minúscula. El sujeto del discurso, a lo largo de las páginas del
texto, se muestra y oculta, a la vez, finge ser otro; porque siempre es un sujeto
nómada, extranjero, a menudo mestizo (de las Américas, de las Españas)
que quiere ser voluntariamente un outsider. A veces, interpela al lector,
o la lectora - el género textual es importante para ser remiso o abierto a
sus conjuros-.
Utopía, amor, deseos, sueños de libertad; pero también denuncia
de los estigmas del mundo (disonancia de los sueños rotos) y una voluntad
de no complicidad con el envilecimiento. Polifonía de voces, en la que no
podía faltar la ironía:
ģSer libre es como ser millonario, y ser millonario es ser eternamente joven, como
en Hollywood. La audacia de la libertad como la juventud del millonario, cuenta con
un tiempo ilimitadoī
Las tres constelaciones podríamos considerar que juntas forman una Galaxia,
que podría ser nombrada como El sueño del amor:
ģToda la historia de este amor es la larga explicación del mundo posible
que dejó para siempre esta Eurídice de mi mito de origen, que tú,
con tu voz isleña de libertad, en tu monumento de agua, llamaste, al regresar
por los pasadizos oscuros. Entonces, todo cambiaī
La última palabra es 'mañanaī, o da capo, vuelta al principio.
¿El viaje de vuelta al origen permitirá seguir empeñados en
la tarea de civilizar, acompañando en el sueño a Iris Zavala?
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